

Las creencias son inevitables. Precisamente porque somos hijos de una cultura, lengua y tradición, asumimos cosas de las que no tenemos experiencias directas, pensando que algo que jamás experimenté es lo que me va a hacer feliz.
Por aprendizaje asumimos muchas cosas, una de estas es pensar en que es lo que nos va a dar felicidad.
Hoy en día vemos por todos lados una idea bastante extendida de que el éxito y la felicidad vienen de la mano de lo material y hay que ser feroces para conseguirlo. No importa lo que cueste, si es nuestra salud mental, nuestros amigos, nuestra pareja, el medioambiente, nuestro descanso…
Harvard hizo un estudio longitudinal que comenzó en 1938 y sigue a un grupo de 724 hombres desde la infancia hasta la vejez. El estudio ha encontrado que las relaciones sociales son el factor más importante para la felicidad y la salud.
Las personas que tienen relaciones cercanas y significativas son más felices, saludables y viven más tiempo que las personas que no tienen estas relaciones. Las relaciones sociales proporcionan apoyo emocional, sentido de pertenencia y propósito. También pueden ayudar a reducir el estrés y el riesgo de enfermedades.
El estudio también encontró que la felicidad no está determinada por factores externos, como el dinero, el éxito o la fama. En cambio, la felicidad es una elección que se puede hacer todos los días. Las personas felices son más propensas a tener una actitud positiva, a centrarse en lo bueno de la vida y a ayudar a los demás.
Si constantemente nos bombardean con mensajes de que hay que criticar, insultar, resolver todo con violencia, hay alguien que siempre tiene la culpa de nuestros problemas… Realmente hay muchas cosas que se nos enseñan mal, una de estas es las formas en que nos vinculamos. Creer que solo vamos a ser valiosos cuando consigamos algo material o una meta o vamos a alcanzar la felicidad mediante ese comportamiento y en realidad hay que poner el foco en la forma que nos relacionamos.
Por ejemplo, día a día vivimos en una sociedad y cultura materialista, si no entendemos que esto es una visión del mundo y una reducción a lo que interpretamos como realidad, verdad y libertad, podemos correr el riego de vivir una vida que no se enfoca debidamente en un fin trascendente.
Los valores sanos son aquellos que nos proporcionan una sensación de bienestar sostenida en el tiempo y nos ayudan a construir una vida satisfactoria. Algunos ejemplos de valores sanos son la honestidad, la innovación, la vulnerabilidad, él respeto propio, la fijación de límites, la curiosidad, la caridad, la humildad y la creatividad. Estos valores son controlables y dependen únicamente de nosotros.
Para esto tenemos que plantearnos que es ser libre en la sociedad actual, para esto tenemos que entender que ser libre deriva de la capacidad de ser racional, le da la facultad de escoger y tomar sus propias decisiones, de orientar su vida de acuerdo con lo que quiere ser. “La libertad es poder decir “sí” o “no”, lo hago o no lo hago; esto me conviene y lo quiero, aquello no me conviene y, por tanto, no lo quiero.
Los japoneses al propósito de vida le llaman Ikigai.
El ikigai japonés es un concepto que se refiere a la razón de ser de una persona, aquello que le da sentido a su vida. El ikigai se compone de cuatro elementos:
● Lo que amas hacer
● Lo que eres bueno haciendo
● Lo que el mundo necesita
● Lo que te pagan por hacer
Cuando una persona encuentra su ikigai, se siente realizada y feliz. Su trabajo se convierte en una pasión y su vida tiene un propósito.
Retomando un poco lo mencionado en mi primer artículo, la relación entre el enfoque de educación integral y el ikigai japonés es que ambos buscan que las personas alcancen su máximo potencial. Pensar una vida con enfoque integral centra el desarrollo de todas las dimensiones del ser humano, mientras que el ikigai japonés se centra en encontrar la razón de ser de una persona.
Algunas maneras de relacionar estos dos conceptos en la educación son:
● Es importante conocerse a sí mismo. Esto les ayudará a descubrir tus pasiones, habilidades y talentos.
● Ofrécete oportunidades para explorar diferentes áreas de interés. Esto les ayudará a encontrar aquello que te apasiona.
● Promueve el trabajo colaborativo. Esto ayudará a desarrollar sus habilidades sociales y emocionales.
● Trabaja que es ser para vos un ciudadano responsable. Esto te ayudará a encontrar su propósito en el mundo.
Libertad es decidir, pero también, de darte cuenta de que estás decidiendo. Lo más opuesto a dejarse llevar. Y para no dejarte llevar no tienes más remedio que intentar pensar al menos dos veces lo que vas a hacer, ¿Por qué? ¿Y para quién?
*María Constanza Marafuschi es profesora en Ciencias Biológicas de la UNLP, especialista en Enseñanza con Imágenes y magistranda de la Maestria en Enseñanza de las Ciencias Exactas y Naturales de la UNLP.