domingo 10 de agosto de 2025 - Edición Nº1439

ATR | 27 mar 2025

mercado en crisis

Desregulación inmobiliaria: “El problema de fondo es el monopolio que detentan los Colegios Profesionales”

Jorge Amoreo Casotti, director de Innovación de la Cámara Inmobiliaria Argentina, considera que, para modernizar el mercado, “hay que eliminar la matrícula obligatoria, permitir que cualquiera pueda ejercer sin depender de ellos y que los consumidores elijan libremente a quién confiarle sus operaciones”.


Jorge Amoreo Casotti, director de Innovación de la Cámara Inmobiliaria Argentina, considera que, para modernizar el mercado, “hay que eliminar la matrícula obligatoria, permitir que cualquiera pueda ejercer sin depender de ellos y que los consumidores elijan libremente a quién confiarle sus operaciones”.

Los planes de desregulación avanzan sobre diversos sectores y la industria inmobiliaria aparece entre los focos de atención. Si bien desde el Gobierno aún  no han dado una confirmación al respecto, diversas voces se alzan para poner en contexto una transformación que ya se experimenta en la práctica. 

El director de Innovación de la Cámara Inmobiliaria Argentina (CIA), Jorge Amoreo Casotti, considera que “liberar al mercado de la pesada carga de estructuras corporativas” resulta un paso decisivo hacia la transformación definitiva del sector inmobiliario. “En otros países donde el sector es libre, los consumidores tienen más opciones, mejores servicios y precios más bajos. En Argentina, más que posible, la desregulación es urgente. Hoy el mercado inmobiliario argentino está atado con cadenas burocráticas que no suman nada, solo encarecen los costos, frenan la competencia y hacen más difícil entrar a competir con bienes de mejor calidad a un mejor precio. Es simple: si el mercado se regula sólo a través de la calidad y la competencia, gana la gente. Argentina no puede seguir atrapada en un sistema viejo y cerrado que solo beneficia a unos pocos”, afirma.

Casotti advierte que el mercado inmobiliario argentino ha sido distorsionado por regulaciones que otorgan un poder excesivo a los Colegios Profesionales, limitando la competencia y encareciendo el acceso a la actividad. Agrega que antes de la Ley 20.266, sancionada en 1973 durante el gobierno de facto de Alejandro Agustín Lanusse, el sector era más dinámico y accesible, basado en la capacidad y reputación de los agentes en lugar de validaciones burocráticas.

-¿Cuáles son los principales puntos que deberían ser transformados?

-El problema de fondo es el monopolio que detentan los Colegios Profesionales. Hoy tienen el control absoluto del sector, pero no porque sean los mejores, sino porque una ley de la dictadura de 1973 les dio ese poder. No tienen incentivos para mejorar porque no compiten con nadie. Si queremos modernizar el mercado, hay que eliminar la matrícula obligatoria, permitir que cualquiera pueda ejercer sin depender de ellos y que los consumidores elijan libremente a quién confiarle sus operaciones. También hay que terminar con los honorarios mínimos y aranceles fijos, que no tienen razón de ser. Cada uno debería poder negociar sus tarifas sin imposiciones. Y por último, basta de restricciones territoriales ridículas: en plena era digital, no tiene sentido que un agente no pueda operar libremente en cualquier parte del país. La competencia los asusta, pero es lo único que puede mejorar el sector.

-¿Es cierto que los Colegios garantizan la seguridad jurídica? ¿Cuál es el rol que tienen actualmente esas entidades?

-Decir que los Colegios garantizan seguridad jurídica es como decir que un peaje garantiza que las rutas sean seguras. No funciona así. Los Colegios no son tribunales, ni jueces, ni organismos de control, solo administran matrículas y sancionan a quienes no siguen sus reglas. La verdadera seguridad jurídica la da el sistema judicial, los contratos bien hechos y las herramientas de resolución de conflictos, no una credencial emitida por un grupo de burócratas. Si los Colegios garantizaran algo, no habría fraudes dentro de ellos mismos. En realidad, su único rol hoy es funcionar como una barrera de entrada para mantener un mercado cerrado, cunas para aventuras pseudo-políticas y un mecanismo de extracción de recursos sin aporte real de valor.

Finalmente, el director de Innovación de la Cámara Inmobiliaria Argentina se refirió al rol de los agentes inmobiliarios, una figura que despierta alabanzas y críticas en plena transformación del sector. “El agente inmobiliario de hoy no puede ser un simple cobrador de comisiones que ´tiene contactos´. Ese modelo está muerto. Hoy es un estratega, un asesor de confianza que entiende de negociación, tecnología y marketing. Los consumidores buscan propiedades online, usan inteligencia artificial para filtrar opciones y pueden conocer inmuebles en realidad virtual y gemelos digitales sin moverse de sus casas. Si un agente no aporta valor real, simplemente deja de ser necesario. El que se adapte y entienda que el negocio cambió, va a dominar el mercado. El que se aferre a viejas estructuras, se va a quedar sin clientes”, cierra Casotti.

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